domingo, 28 de agosto de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
Resumen del tesoro del caseron

Esta historia que voy a contar se sitúa en las afueras de Madrid, en un caserón dónde viven la abuela Pipo y Pifa. Un día los chicos bajaron al desván y encontraron una caja vieja la abrieron y era una de las pistas para el tesoro, se lo contaron a la abuela y fueron por todo Madrid buscando las pistas.
En la segunda pista tuvieron que ir a la vieja granja abandonada y se encontraron a Don Sixto el notario-poeta de la ciudad, estaba escribiendo un poema que trataba del tesoro. La abuela y los chicos empezaron a buscar por toda la fábrica y encontraron una pista.
Se perdieron y vieron una luz, era la casa de Doña Margarita, una fan de la abuela que escribía cuentos y les invitó a quedarse. Al día siguiente se fueron. Durante todos los viajes para encontrar las pistas notaron que tres personas les seguían. Encontraron la última pista que les llevó hasta su desván, encontraron otra cajita como las demás, la abrieron, pero solo había un papel con cuatro consejos y también les decía que en el interior de la casa había una biblioteca. Allí estaban la abuela los chicos y descubrieron que los que les perseguían eran el hermano gemelo de el mayordomo y sus dos compinches,también estaba Doña Margarita y Don Sixto. Al final el hermano de el mayordomo se volvió bueno y se fue a cuidar a su madre.
viernes, 25 de marzo de 2011
sábado, 12 de febrero de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
Sara Jennifer
Esta historia pasó hace muchos años en un lugar alejado de la ciudad, en un pueblo de Nueva Jersey (EEUU)... No se sabe si lo que pasó fue verdad o si es sólo una leyenda; pero los inquilinos que ahora viven en la casa donde ocurrió la desgracia dicen que a veces por las noches oyen los gritos de una chica y los llantos de otra chica, de voz parecida a la de la primera, pero más bonita y clara, como si fueran las voces de dos hermanas adolescentes.Bueno; el caso es que, hace 40 ó 50 años atrás, en una casa grande de un pueblo de Nueva Jersey, vivía un feliz matrimonio con dos hijas de la misma edad, Sarah y Jeniffer, unas adolescentes de 16 y 17 años (Jeniffer era la mayor).
Era una familia que lo tenía todo; amor, bastante dinero... los padres creían que eran la familia perfecta, pero ignoraban algo respecto a sus hijas: el gran odio que Sarah sentía hacia Jeniffer. Le tenía una gran envidia a su hermana; ya que era más guapa, más alta, tenía más suerte con los chicos, era admirada por todos, tenía una voz más bonita, era la más popular, era la mayor de ellas dos... pero había algo que Sarah envidiaba muchísimo a Jeniffer, mucho más que cualquier otra cosa: sus ojos. Jeniffer no era vanidosa ni soberbia, pero no podía evitar decir que sus ojos eran su mayor orgullo, estaba orgullosísima de ellos, no paraba de alucinar con sus ojos, y es que eran perfectos: de un azul claro precioso, brillantes... y todos la admiraban por eso, todo el mundo le comentaba que tenía unos ojos preciosos.
El caso es que una tarde Sarah se quedó pensando en su cuarto sobre cómo podría destruir a su hermana Jeniffer, ya que la odiaba mucho, y se le ocurrió una idea bastante cruel y sanguinaria, aunque no era raro porque Sarah estaba volviéndose loca y enferma mental. Su principal objetivo era hacer que los ojos de Jeniffer dejaran de molestarla con su belleza, y que de paso Jeniffer dejara de ser la mejor en todo. Mientras Sarah se quedó en la casa preparando y materializando su plan, Jeniffer estaba dando una vuelta con las amigas por la ciudad, y los padres se habían ido al cine y al teatro, así que fue la ocasión perfecta para trazar su plan sin que nadie la viera.
Pasaron las horas, pasaron y pasaron, y se hizo de noche. Eran las 10:00. Jeniffer estaba yendo hacia su casa. Venía muy contenta y sonriente. Entró muy rápido en su casa sin mirar a su alrededor. Fue a su cuarto y se encontró con su cuadro de comunión roto y tirado en el suelo. Después empezó a recibir unas llamadas. Era alguien amenazándola con arrancarle los ojos y con destripar a su club de fans. La voz le resultaba conocida. Jeniffer se estaba asustando muchísimo, y también oía gritos fuera de la casa. Era Sarah, que lo hacía para asustarla más.
Diez minutos después, Jeniffer salió de la casa, y, nada más salir, se detuvo. Su boca se secó. Su corazón se paró. Se quedó de piedra con lo que vió. Lo que había visto era tan enormemente horrrible, tan orroroso, que se arrancó los ojos para no ver más. Era su propia hermana ahorcada de un árbol con tres puñaladas en el vientre y mirándola directamente a los ojos. Las ideas de la desquiciada Sarah habían quedado muy claras, y su venganza se había cumplido. Estuvo dispuesta a morir a cambio de que Jeniffer perdiera su felicidad, y, sobre todo, su mayor tesoro: sus ojos.
Era una familia que lo tenía todo; amor, bastante dinero... los padres creían que eran la familia perfecta, pero ignoraban algo respecto a sus hijas: el gran odio que Sarah sentía hacia Jeniffer. Le tenía una gran envidia a su hermana; ya que era más guapa, más alta, tenía más suerte con los chicos, era admirada por todos, tenía una voz más bonita, era la más popular, era la mayor de ellas dos... pero había algo que Sarah envidiaba muchísimo a Jeniffer, mucho más que cualquier otra cosa: sus ojos. Jeniffer no era vanidosa ni soberbia, pero no podía evitar decir que sus ojos eran su mayor orgullo, estaba orgullosísima de ellos, no paraba de alucinar con sus ojos, y es que eran perfectos: de un azul claro precioso, brillantes... y todos la admiraban por eso, todo el mundo le comentaba que tenía unos ojos preciosos.
El caso es que una tarde Sarah se quedó pensando en su cuarto sobre cómo podría destruir a su hermana Jeniffer, ya que la odiaba mucho, y se le ocurrió una idea bastante cruel y sanguinaria, aunque no era raro porque Sarah estaba volviéndose loca y enferma mental. Su principal objetivo era hacer que los ojos de Jeniffer dejaran de molestarla con su belleza, y que de paso Jeniffer dejara de ser la mejor en todo. Mientras Sarah se quedó en la casa preparando y materializando su plan, Jeniffer estaba dando una vuelta con las amigas por la ciudad, y los padres se habían ido al cine y al teatro, así que fue la ocasión perfecta para trazar su plan sin que nadie la viera.
Pasaron las horas, pasaron y pasaron, y se hizo de noche. Eran las 10:00. Jeniffer estaba yendo hacia su casa. Venía muy contenta y sonriente. Entró muy rápido en su casa sin mirar a su alrededor. Fue a su cuarto y se encontró con su cuadro de comunión roto y tirado en el suelo. Después empezó a recibir unas llamadas. Era alguien amenazándola con arrancarle los ojos y con destripar a su club de fans. La voz le resultaba conocida. Jeniffer se estaba asustando muchísimo, y también oía gritos fuera de la casa. Era Sarah, que lo hacía para asustarla más.
Diez minutos después, Jeniffer salió de la casa, y, nada más salir, se detuvo. Su boca se secó. Su corazón se paró. Se quedó de piedra con lo que vió. Lo que había visto era tan enormemente horrrible, tan orroroso, que se arrancó los ojos para no ver más. Era su propia hermana ahorcada de un árbol con tres puñaladas en el vientre y mirándola directamente a los ojos. Las ideas de la desquiciada Sarah habían quedado muy claras, y su venganza se había cumplido. Estuvo dispuesta a morir a cambio de que Jeniffer perdiera su felicidad, y, sobre todo, su mayor tesoro: sus ojos.
miércoles, 9 de febrero de 2011
miércoles, 2 de febrero de 2011
En el Congreso
Los 3 estaban sacudiendo el libro y entre hoja y hoja se cayo un papel, era la 4ª pista, la abuela y Pifa, la descifraron, pero justo en la puerta estaba Salomón con la merienda, la abuela sospecho de que les hubiera escuchado. La abuela y los niños se fueron al Congreso que ahí es donde indicaba la pista. A la hora de visitar el Congreso iban en grupos y los niños y la abuela se colaron entre medio, fueron a un cuarto, el trastero y cuando ya no había nadie salieron.
viernes, 14 de enero de 2011
De nuevo en el caserón

La abuela y los niños estaban en un descampado donde encontraron la 3ª pista. Pipo, Pifa y la abuela, volvieron a casa comieron y se fueron al cuarto de la abuela a descifrar la pista. Luego Salomón apareció en el cuarto de la abuela y los dos discutieron, al rato Dª Cristina averiguó, o eso parecía la 3ª pista. Más tarde la abuela y los niños se fueron a una sala y cogieron un libro muy gordo.
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